Entre Caracas y las nubes

enero 21, 2015




Por Eduardo Monzón



El Pico Naiguatá se corona como el punto más alto del Parque Nacional Waraira Repano, es además la cumbre más alta de la cordillera de la costa. La gran cruz de metal que marca la llegada a la cima, se encuentra a 2765 metros sobre el nivel del mar, sin duda es un destino de lujo para los amantes de la naturaleza.

Al pico se puede subir en un día, en un recorrido  de unas cuantas horas, que puede variar según la condición física de quien se lanza a la aventura, sin embargo, aquellos que deseen tener una experiencia más extrema en la montaña pueden optar por una excursión de tres días para pernoctar en los suelos del Ávila.

La travesía  inicia en la urbanización El Marqués, donde se comienza a subir para llegar al puesto de guarda parques La Julia. En el trayecto inicial se va dibujando entre los árboles una imponente vista de la ciudad capital, dejando al descubierto los grandes contrastes de Caracas, su belleza y la pobreza están tan íntimamente  unidas que se convierten es una obra de arte difícil de descifrar, pero muy grata a la vista, uno de los puntos que destaca es el sector popular Petare.

Una vez en La Julia, se procede a registrar el ingreso al parque y se continúa avanzando para llegar a la “Ruta 77”, un camino marcado por las curvas constantes y las guacharacas, que como buenas anfitrionas dan la bienvenida a su casa. En este trayecto las paradas obligadas son en “el tanque”, donde se le puede dar una primera probada al agua pura, dulce y fresca que brota  de la montaña, y en el mirador  del Edén, desde donde Caracas se muestra apoteósica y es posible observar claramente desde la Base Aérea La Carlota hasta las Torres de Parque central.



Después de avanzar entre  tres  y cuatro horas aproximadamente, a paso lento tomando en cuenta el peso del morral, se llega a Rancho Grande, un espacio apto para instalar el campamento y descansar la primera noche, además se cuenta con una toma de agua a pocos metros. Desde este punto nuevamente se cuenta con una vista VIP de la pista de aterrizaje de La carlota, la autopista Francisco Fajardo, Chacao, Altamira y todos los sectores aledaños. También se observa claramente la cúpula del Poliedro de Caracas.

Después de un buen desayuno inicia el segundo día de recorrido, tomando el que probablemente sea el trayecto más difícil, una serie de  fuertes subidas, muchas veces resbaladizas, que pondrán a prueba toda su condición física, destreza y concentración. El camino cada vez se hace más duro, pero al mismo tiempo va premiando con espectaculares paisajes.

Luego de un par de horas de caminata se llega al Pico Goering, lugar  donde la mirada comienza a despedirse de la ciudad para adentrarse en la naturaleza, que va mostrando nuevos matices de su vegetación, la temperatura va cambiando y las nubes se sienten más cercanas. El Goering es un buen lugar comer algún refrigerio y celebrar que ya se han alcanzado los 2400 metros sobre el nivel del mar.

Una vez recuperadas las energías, se prosigue  hasta llegar a la Fila Maestra, un extenso sendero que no deja de impresionar a quien lo recorre, la baja temperatura traslada el pensamiento a los andes venezolanos, le costará creer que se encuentra  tan cerca de Caracas. La niebla espesa se apodera  sigilosamente del camino, se respira aire más que puro y las impresionantes formaciones rocosas,  de amplias dimensiones, le harán sentir literalmente en otro planeta. Dependiendo de la hora en la que se transite por la Fila y la condición del clima, será posible observar al horizonte el azul profundo del mar Caribe, sus ojos no tendrán cómo agradecer tanta bondad de la naturaleza, solo queda mirar y mirar.

Cuando las rodillas parecen no poder más, se llega a Anfiteatro, un amplio espacio donde se instalan las carpas para dormir la segunda noche,  con el cielo de techo, grandes rocas de paredes y un frío placentero que se cuela entre la ropa. Muy cerca de Anfiteatro hay una pequeña toma de agua, ya en este lugar se puede gozar de una de las mejores satisfacciones de esta aventura: disfrutar de una clara vista de las costas del estado Vargas, mirar el balneario de Naiguatá, el Puerto de La Guaira y el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.



 Es un paisaje que no se borra fácil de la mente, la inmensidad del mar abarca todo el campo visual y se une en el infinito con el cielo, puede tomarse unos minutos para contemplar a alguno de los aviones que despegan desde Maiquetía y se pierden en el horizonte. En horas de la tarde  se hace necesario abrigarse mejor, comer algo y prepararse para subir unos minutos más hasta la gran meta: el Pico Naiguatá.



Después de trepar las últimas rocas, cual hombre araña, la emoción se hace presente cuando la mirada se encuentra por primera vez con la cruz que adorna la cumbre, las fuertes ráfagas de viento le anuncian que ha llegado a lo más alto, las nubes pasan muy cerca ocupando  todo, pero cuando la niebla se despeja se disfruta del cielo, que se fusiona con el mar y las montañas, el sol se suma amablemente para brindar un  paisaje de distintos colores, es como verlo todo desde un avión, pero con los pies firmes sobre piedra. Puede ver caer la tarde desde el pico, volver a Anfiteatro a observar las estrellas más cerca de lo normal y regresar muy temprano  para ver el amanecer. 

No deje de tomar las fotos con las que podrá presumir que estuvo en lo más alto del Ávila. Una buena noche de descanso será necesaria pare retornar el tercer día a Caracas, un poco agotado pero muy feliz.



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