Las cascadas de Barinas

noviembre 11, 2015

Más allá de las llanuras se  abren paso montañas, selvas, ríos y extraordinarias caídas de agua. La puerta de entrada a los andes de Venezuela es un lugar lleno de sorpresas.

Texto y fotos: Eduardo Monzón 
Los llanos suelen ser la primera referencia de Barinas, pero entre sus límites con Mérida y Trujillo hay un impactante refugio de naturaleza, ideal para practicar el senderismo y darse baños refrescantes. Se trata del área conocida como el piedemonte andino, la transición de las tierras bajas a las cumbres más altas del país.

Para dirigirse a este lugar es necesario trasladarse a la ciudad de Barinas y transitar la vía que conduce a Mérida, a través de la carretera que va hacia Barinitas, donde justamente se inicia el cambio, la vegetación se transforma y el suelo deja de ser plano. En días despejados puede verse a lo lejos la silueta majestuosa de la Sierra Nevada.


Al final de Barinitas está el inicio del sendero del cerro El Cacao, una montaña con clima fresco, que va regalando la vista del poblado que se encuentra a sus pies. No tarda mucho en aparecer la presencia del agua fresca de los ríos, dicen los lugareños que por este cerro se llega a unas 7 cascadas, de las cuales solo conozco 2, por ahora. Luego de caminar cerca de una hora aparece la primera de ellas, potentes chorros de agua que bajan por una formación de piedra gigante y se convierten en un pozo frío, amplio para nadar y recibir la fuerza de la corriente.


Muy cerca, tras unos 20 minutos de caminata, se encuentra otra cascada, de esas tan increíbles que se asemejan a los saltos de la Gran Sabana. Es una cortina de agua que cae entre la vegetación abundante, es todo un espectáculo digno de admirar y disfrutar con otro baño frío, que renueva las energías para seguir andando  por la montaña hasta bajar.  


Pero la aventura continúa más allá, si se toma la vía que conduce a Santo Domingo, algunos kilómetros después de Barinitas se cruza en el desvío hacia Altamira de Cáceres, un pueblo antiguo y pintoresco que hace recordar  las coloridas calles de Choroní, en Aragua. Esta vía es angosta y está rodeada de densa vegetación que regala paisajes agradables y clima muy fresco.



Una vez en el pueblo se disfruta de la calma y el silencio, justo en la entrada de Altamira se inicia la caminata de hora y media hasta un lugar que ha ganado mucha popularidad últimamente: la cascada El Silencio. Es un lugar de gran belleza, el agua cae por una pared de piedra de unos 40 metros de alto, el paisaje es despampanante y digno de capturar con una buena foto. No puede faltar el baño en medio de un lugar totalmente único, el momento es un regalo pleno de la naturaleza.


Cerca de Altamira de Cáceres  se encuentra Calderas, otro pueblo pequeño y tranquilo, punto de partida para distintas rutas de montaña con pasos por ríos y cascadas.  Una de las más conocidas es Las Monjas, muy llamativa por la forma de las piedras por las que se desliza el agua helada. Una vez hice La vuelta de las escaleras, un paseo alucinante en el que bajas por una red de escaleras muy altas pegadas a la montaña. Adrenalina pura. Las opciones son muchas, esta zona ofrece diversos espacios naturales para conocer.



Es importante procurar siempre la conservación del medio ambiente y los esfuerzos por practicar un turismo cada vez más sostenible. El piedemonte andino está recibiendo muchas visitas y no todas son amigables con los recursos naturales.

Como en todo viaje, la comida y los sabores son muy importantes porque nos ayudan a conocer el lugar que visitamos. En el piedemonte se cosecha uno de los mejores cafés del país, de aroma fuerte y sabor intenso. Sus habitantes lo ofrecen como gesto representativo de amabilidad  del venezolano. Así que es tarea obligada comprar café molido para llevar, lo venden en  las calles de Calderas y Altamira.



Otra recomendación es comer en toda la carretera de Barinitas, ya sea cachapas en el restaurant La Mazorca o las explosivas hamburguesas a la parrilla en Burger Grill, al lado del Parque Moromoy. El paladar te lo agradecerá siempre.







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