Mis instaviajes aventureros

marzo 12, 2015




Por Eduardo Monzón
Fotos: Gustavo, Isis y Ariana

Sin darme cuenta me inventé mi propia forma de viajar, una muy original y espontánea, ya que nunca lo planifiqué, solo se dio. Les llamo instaviajes porque son salidas aventureras que hago con personas que conozco por Instagram. Suena, loco, extravagante y arriesgado, lo sé; pero en la realidad ha sido más simple y seguro de lo que puedan imaginar.

Primero me topé con Gustavo y Henry, ya esta historia la conté largo y tendido en este mismo blog, en mi crónica “Champú de libertad”, así que si no la han leído ya tienen una buena excusa para hacerlo. El caso es que en octubre del año pasado los conocí gracias a Instagram y terminé haciendo con ellos, y su grupo de amigos, el viaje que me cambió la vida: la Gran Sabana y Roraima.

Después de ser unos perfectos desconocidos, ya tengo el gusto de contarlos entre mis buenos amigos, con quienes ya llevo varios viajes extraordinarios y otros más en la agenda. Estos chamos son aventureros incansables, viajar con ellos es sacarle el jugo a los lugares y aprovechar el tiempo al máximo. Llevarles el ritmo no es fácil, pero yo lo disfruto totalmente. La cosa con ellos es así: vámonos caminando para conocer más, vamos a probar estos helados, vamos a hablar con esta señora, vamos a bañarnos en este río, vamos a subir a esta colina, vamos a bajar para hablar con aquella gente, vamos a volver a subir, vamos a fotografiar aquel paisaje, vamos a montarnos allá, sube, baja, vamos a probar aquellas empanadas, vamos a pedirle la cola a esta gente, vamos a  entrar a este lugar a ver qué hay, vamos para aquel cerro, vamos a montar campamento aquí, vamos a cocinar allá, vamos a bañarnos en esta playa, vamos a ver a dónde lleva este sendero… Maratónicamente divertido.

Además de todo, son especialistas en viajar barato, cosa indispensable para poder mantener en estos tiempos el agite viajero por Venezuela. Cada vez aprendo más de ellos, a pesar de que yo soy mayor, les sigo los pasos ciegamente. Si alguien está cansado en una de esas largas jornadas de paseos, ellos dicen: “vamos, que usted no sabe cuándo vuelve para acá”. Pura filosofía viajera.



Después fue el turno de Isis, como diríamos en criollito, una morena cuarto bate que me encontré mientras revisaba la etiqueta #Venezuela en Instagram, es algo que hago con frecuencia. Vi a Isis con un gentío pasándola de lo mejor entre ríos y montañas de un lugar que parecía escondido, se me encendieron las alarmas de la curiosidad y me dio el ataque de entrepitura periodística. Le pregunté dónde era eso, cómo se llegaba, si yo podía ir para allá con amigos.

Dos semanas después me estaba montando en un autobús rumbo a Barinas, había intentado llevar a un grupo  de 7 personas, pero al final terminamos yendo César, Gustavo y yo. A las 7 de la noche nos encontramos con Isis y Ariana en el terminal de Barinas, era primera vez que  nos veíamos personalmente, pero ya nos sentíamos amigos. Así es la gente de montaña.

De esta forma comenzó un viaje alucinante en el piedemonte andino de Barinas, ese fin de semana fue de película, nos pasaron tantas cosas buenas, todo salió tan perfecto. Del terminal salimos rumbo a la casa de Albania, compañera senderista de Isis y Ariana. Apenas estábamos conociendo  a Albania y ya nos estaba invitando a comer en su casa, nos cenamos unas arepas fritas mundiales y un agua de avena que parecía bebida de dioses. La escena era surrealista. Hablamos un rato como si teníamos años conociéndonos.

Y cuando pensábamos que nada más sorprendente podía pasarnos, seguían saliendo más gratas e insólitas escenas. Resulta que temprano, antes de salir de Valencia, estábamos pensando en qué posada nos íbamos a quedar en Barinas. César recordó que tenía a una amiga allá, que vivió mucho tiempo en la residencia para estudiantes que tiene su mamá en Guárico. Llamó a su amiga para que le recomendara una posada y resulta que nos invitó a quedarnos en su casa.

Después de comernos las arepas fritas, Albania, Isis y Ariana nos llevaron a la casa de la amiga de César, ella no había llegado pero nos recibió su abuela, una señora tan cálida y amorosa que nos hizo sentir como sus nietos. No sabía quiénes éramos ni cuáles eran nuestros nombres, pero nos recibió con tanta amabilidad en su casa, nos dio toallas y jabón para que cada uno se bañara y nos acomodó los cuartos para dormir, no sin antes hablar un buen rato con ella de sus viajes por Venezuela y la naturaleza que tenemos.

Esa noche creo que estaba en un shock feliz. No podía creer todo lo que estaba ocurriendo, pensaba cómo era que estaba durmiendo en una casa ajena, gratis, a 5 horas de mi ciudad. Al día siguiente saldría un con un grupo de montañistas a un lugar desconocido, ya que acordamos con Isis que sería sorpresa. Todo era INCREÍBLE.



Al otro día hicimos un recorrido inolvidable: 10 horas de caminata por montañas, ríos y selvas nubladas; acompañados de un grupo de gente que nos hizo sentir en familia, la verdad es que nos trataron como reyes, nos dieron un almuerzo muy sabroso que nos comimos a las orillas de un dique helado. Estábamos cerca de un pueblo llamado Calderas, más allá de Barinitas. Para llegar tomamos la vía que lleva a Mérida y nos desviamos hacia Altamira de Cáceres.

El equipo anfitrión está conformado por no menos de 15 personas, todos alegres, amables y cordiales. Se hacen llamar el Team Fiebruo Extremo. Ahora tenemos pensado irnos con ellos a Mérida, a una caminata en Mucuchíes.

Díganme ustedes, cómo hace uno para no enamorarse perdidamente de Venezuela después de que te pasan estas cosas. Este país vale la pena, hay más gente buena que mala, se los puedo asegurar. Aquí hay futuro, tenemos que volver a confiar en nuestra gente y en lo que somos.


Le agradezco mucho a todos mis nuevos instaamigos, gracias por confiar en mí, no sé cómo lo hacen. Me pongo en su lugar y no sé qué haría si viene un desconocido a preguntarme para dónde voy y si puede venir conmigo. Los admiro mucho. Hace poco me preguntaron cuándo sería mi próximo instaviaje y la verdad es que no lo sé, por ahora estoy instalado con estos instaamaigos y creo que así me quedaré un buen rato. Pero tú que me lees, si andas conociendo lugares extremos de Venezuela, es mejor que estés atento, tú puedes ser el próximo o la próxima.

A todos los que creen que me pasé de arriesgado, solo pueden rezar por mí, para que Dios, la Virgen y todos los santos me sigan cuidando tan bien como hasta ahora, porque esta es como una puerta que abrí y ya no puedo cerrar, a Venezuela me la voy a disfrutar completica mientras pueda.





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