La Gran Sabana
marzo 26, 2017
Todos los venezolanos
tendríamos que ir, por lo menos una vez en la vida, a La Gran Sabana, todos
deberíamos vivir esa emoción tan profunda, es una inyección en las venas de
asombro y estupor, que nos eriza la piel, nos aguarapa los ojos y hace que el
Alma Llanera retumbe en el pecho.
Esos primeros segundos en
los que ves por primera vez los tepuyes
desde la carretera son la cumbre de la venezolanidad, el grado máximo de
nacionalismo, el orgullo más sincero y entrañable que podemos experimentar
hacia nuestro suelo.
En Venezuela hay carreteras
muy bonitas, pero la Troncal 10 es un espectáculo magistral segundo a segundo,
además un regalo que nos permite ingresar por tierra al Parque Nacional
Canaima. Muchas personas todavía se confunden, es bueno aclarar que este parque
es tan extenso que está dividido en dos extremos, el occidental –donde está el
Salto Ángel y hay que llegar en avioneta- y el oriental, donde se ubica La Gran
Sabana, el Roraima y se puede llegar por carretera.
Si salen bien temprano de
Puerto Ordaz, agarran carretera y van a ir pasando por distintas poblaciones
del estado Bolívar: Upata, Guasipati, El Callao, Tumeremo, El Dorado y Las
Claritas. A eso de las tres de la tarde pueden estar por entrar a la Sierra de
Lema, una constante subida rodeada de bosque denso que tapa toda la vista, es
justo en ese momento que deben estar alerta y poner toda su atención en la
carretera, sin previo aviso el bosque se acaba y se abrirá ante sus ojos el
paisaje más enorme que hayan visto en su existencia, inmensidad de lado y lado.
Es como para quedarse sin aliento.
El plan básico en La Gran
Sabana es seguir la carretera e irse deteniendo en cada uno de los atractivos,
casi todos están muy bien señalizados y a poca distancia de la vía. Les voy a
comentar sobre varios lugares que he tenido el placer de conocer, aunque me
faltan muchos, no vayan a pensar que esto es lo único que hay que visitar.
Rápidos
de Kamoirán
Suele ser un parador
turístico con mucho movimiento porque hay una estación de gasolina, que en La Gran Sabana es como un refresco frío
en el desierto. Lamentablemente las instalaciones están deterioradas y
descuidadas, todo es un tierrero, pero pueden comprar artesanía, tomar café y
comer algo. Lo ideal es que caminen hasta el río, que es lo que realmente vale
la pena, para que vean sus pequeñas caídas de agua y si se animan se dan el
primer baño sabanero.
Salto
Kawi
Es un lugar mucho más bonito
que el anterior, aunque igual de sencillo en infraestructura. Hay un salto muy llamativo
para ver, aunque no tan alto, deben pagar entrada pero el precio es una
tontería. Es un buen lugar para acampar, hay mucho espacio y se nota que son
estrictos con las normas, nada de música ni bochinche hasta la madrugada.
Salto
Kamá
Casi a un lado de la
carretera se encuentra este espectacular salto, con unos 60 metros de alto. Es
increíble la fuerza con la que se lanza el agua y el ruido que produce, verlo
es energía pura. Hay un sendero por el que pueden bajar para observar casi de
frente la corriente de agua de colores. También es un lugar chévere para
acampar, al menos en temporada baja, lo tengo en mi lista de pendientes.
Mirador
El Oso
Debe ser el mejor lugar para
detenerse a ver los tepuyes, hay un desvío en la carretera hasta un punto que
casi parece un balcón sobre la sabana,
desde ahí se observan 6 de los 7 tepuyes que conforman la cadena oriental: Ilú,
Tramen, Karaurín, Wadakapiapue, Yuruaní y Kukenán. Ojalá tengan la fortuna de
ver el paisaje despejado, es magia pura.
Quebrada
Pacheco
También está junto a la
carretera y hay dos áreas para darse un
baño. Primero hay un gran pozo esmeralda con una cascada no muy alta, por donde
sale veloz el agua, es perfecto para nadar y refrescarse. Más adelante está una
caída de agua inmensa, con piedras enormes de colores, aquí lo interesante es
caminar con mucho cuidado hasta la pared para recibir los chorros de agua, es
la mejor inyección de vitalidad. Si se van caminando desde ahí llegan a La
Piscina, otra poza de agua que es un edén.
Salto
Yuruaní
Si tuviera que elegir, este
sería uno de mis lugares favoritos en La Gran Sabana, esta caída de agua los
dejará con la boca abierta, con su tamaño, sus colores y la frescura de su río
que parece un elixir para la vida. Hay que desviarse al pasar sobre el gran
puente sobre el río Yuruaní. Mosca con querer pasar por detrás de la cortina de
agua sin equipos de seguridad y guías, porque tal vez no lo cuenten. Lo mejor
es observar la gran cascada desde un lado y bañarse río abajo, donde la
corriente no es tan fuerte.
San
Francisco de Yuruaní
Es el pueblo epicentro en La
Gran Sabana, al igual que Santa Elena de Uairén, aquí van a encontrar varias posadas,
restaurantes sencillos para comer y un gran corredor frente a la vía para comprar
recuerdos del viaje y artesanía local. En San Francisco pueden conseguir guías
y porteadores si deciden subir el Roraima a lo loco (cosa que no recomiendo,
pero pasa). Aquí hay un gran campo de fútbol con grama muy verde que en
temporada alta sirve de área de camping. Caminen por el pueblo y conozcan a los
pemones que son pura mística.
Quebrada
de Jaspe
Es uno de esos lugares
emblemáticos de La Gran Sabana, sus piedras increíblemente rojas y su agua fresca
son un regalo excepcional. Deben pagar una entrada y subir unas largas
escaleras para luego caminar hasta la quebrada, es importante que se muevan por
la piedra con medias para evitar caídas, esta recomendación aplica en todos los
ríos en los que se bañen. Se tienen que meter bajo los chorros de agua, es lo
máximo.
El
buen comportamiento
Solamente a un tarado se le
puede ocurrir manejar tantas horas y llegar a uno de los lugares más tranquilos
del país para poner un musicón a todo volumen hasta la madrugada. Solo a un
imbécil se le puede antojar lanzar basura desde la ventana del carro estando en
uno de los destinos más bellos de su país. Solo a un inmaduro se le puede
ocurrir escribir su nombre en una piedra sagrada que tiene miles de años. Por
favor, no sean tarados, imbéciles ni inmaduros. Al menos no en La Gran Sabana.
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