Mi primera vez en Los Roques
septiembre 10, 2017Una compleja vorágine de acontecimientos marcó mi visita al archipiélago: las intensas protestas que se desarrollaron en Venezuela desde el mes de abril y un derrame de petróleo en la isla de Trinidad que fue a dar hasta uno de los destinos más famoso del país. A pesar de todo pude conocer el paraíso roqueño.
Eran
como las tres de la tarde, el vuelo había sido corto, aunque hacía mucho calor
en el avión y la bruma me impidió ver desde el aire ese célebre paisaje de
azules del que todos hablan cuando vuelan a este lugar del Caribe. Una cerveza
fría, mucho sol y el mar calmado se encargaron de darme la bienvenida, aunque
yo todavía estaba algo desorientado.
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Lo primero que vi de Gran Roque |
Otra
cerveza me recibió en la segunda parada que hicimos, una posada donde conocí a África, la encargada alegre y divertida. Luego me tomé unos
minutos para caminar solo por la playa de Gran Roque, vi la iglesia, vi el mar
y sentí paz, una extraña paz que hace algunos días se me hubiera hecho
imposible alcanzar. Hace apenas un par de semanas había estado sin dormir bien,
había pasado horas en la calle manifestando, el estrés y el dolor por lo que ocurría en
Venezuela eran muy altos, y ahora estaba en un lugar paradisíaco donde todo me
invitaba a estar tranquilo, aunque no iba de vacaciones.
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Un paisaje de paz |
Fue
tres días antes, en medio de una reunión de trabajo, cuando recibí la
invitación de Los Roques a la Carta para visitar Los Roques, no era un viaje
cualquiera, estaban trasladando insumos para contribuir con la limpieza de
algunas playas que se afectaron por la llegada de restos del petróleo derramado
en Trinidad, unas cuantas semanas atrás.
El
derrame de petróleo, que afectó a varias zonas costeras del país, vino a
empeorar el ambiente bastante tenso que ya teníamos, la indignación nos
golpeaba por la indolencia y el hermetismo casi absoluto con el que se manejaba la información oficial de
lo ocurrido.
Apenas
supe que viajaba a Los Roques llamé al periódico para decirles que yo
necesitaba informar, aunque no me pagaran. Aceptaron. Me entusiasmó la idea de
ser una especie de enviado especial para
saber qué era lo que pasaba con el bendito derrame de petróleo.
Esa
primera tarde en Gran Roque me instalé en una pequeña casita con Bárbara y
Gilda, quienes se portaron extraordinariamente bien conmigo durante toda esa
semana que compartimos. Fui a darme un baño rápido en la playa, el agua estaba
cálida, había tanto silencio que me parecía demasiada serenidad junta.
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Mi primera tarde en Gran Roque |
Esas
reuniones fueron un circo donde vi y viví muchas cosas, algunas cómicas y otras
muy desagradables. Lo cierto es que esa primera noche tuve que hacer un gran
esfuerzo para ordenar la enorme cantidad de información que estaba recibiendo,
además yo que no tenía ni 5 horas de haber llegado a Los Roques y no conocía
ninguno de los lugares que nombraban. Por un momento pensé que no iba a poder
escribir ni un párrafo.
Fue
la única noche que logré tener declaraciones del viceministro y del jefe del
Territorio Insular, yo era el único periodista en Los Roques por esos días, así
que todo lo tenía en exclusiva. Esa también fue la noche en la que me gané la
desconfianza de mucha gente por la tensión política: los opositores pensaban
que yo había ido para apoyar a las autoridades, y los oficialistas pensaban que
yo estaba allá para apoyar a los opositores.
Esa
primera reunión en la que estuve fue particularmente estresante, había mucha
presión en el ambiente porque a los trabajadores del turismo les preocupaba
mucho la información que saliera de Los Roques sobre el derrame, no querían
espantar a los turistas, y era comprensible. Se discutió mucho sobre el asunto.
Salimos
tan tarde de la reunión que no encontramos ningún lugar para comer, fue así que
Michele nos invitó a Bárbara, a Gilda y a mí
a cenar en su casa, cominos una pasta con pesto que todavía saboreo. La
noche se extendió con una buena conversación y varias cervezas, aunque yo solo
podía pensar en la nota que empecé a escribir para el periódico desde mi
celular, escuchaba los audios que había grabado y garabateaba en una libreta. Siempre
tengo mucho tiempo para escribir mis reseñas de viajes, así que no estaba
acostumbrado a manejar esa inmediatez informativa, de la noche a la mañana.
Me
dormí muy tarde y desperté muy temprano para terminar la nota y enviarla al
periódico, la terminé de escribir toda en el celular. Desayunamos empanadas y
salimos a navegar hasta Francisquí. Recuerdo mi emoción al ver los colores del
mar, hubiese querido que el viaje fuera largo, pero solo tardamos algunos minutos.
Al llegar lo único que me provocó fue olvidarme del mundo y quedarme viendo aquel paisaje sin hablar con
nadie. Era tan perfecto, tan solitario, tan irreal.
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La perfección de Francisquí |
Me
sorprendió la frescura del agua, fría pero deliciosa, los azules que se
dibujaban eran arrolladores y las siluetas de las montañas de Gran Roque se
veían imponentes. Pero no, no había tiempo para fantasear, no había que darle
alas al viajero, se había ido a trabajar. Caminamos hacia un extremo del cayo
para entender qué era lo que estaban haciendo los trabajadores de PDVSA para
sacar el petróleo que se había quedado en el fondo marino, habían instalado un
sistema inédito de bombas y tanques, sencillo pero que funcionaba muy bien.
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Los tanques que instalaron para filtrar el petróleo |
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Trabajos de PDVSA en Francisquí |
Luego
tomamos un montón de sacos y guantes para irnos hacia una zona llena de
manglares con mucha basura, nos pusimos a limpiar y en eso se nos fueron un par
de horas. Regresamos a donde estaban los tanques de PDVSA, revisé mi celular y
vi que tenía mensajes de Alejandra, la productora del programa de radio de
Valentina Quintero, querían un contacto telefónico conmigo. Yo me estaba
quedando sin batería y me llamaron al celular de Bárbara, todo fue muy rápido,
en cuestión de minutos estaba conversando en vivo con Valentina, me tuve que
agachar al lado de uno de los tanques para que el sonido del viento no se
colara en la llamada, todos escuchaban lo que decía, así que creo que estaba
algo nervioso y hasta dije un par de burradas al aire, afortunadamente creo que
casi nadie lo notó.
Al
final la entrevista salió bien, luego de eso cruzamos en lancha a un cayo que
estaba frente a nosotros, la idea era almorzar y regresar, pero no había lancha
para volver, así que pasamos la tarde del otro lado de Francisquí, fue en ese
largo rato que pudimos disfrutar de la tranquilidad del lugar, el mar estaba
más sabroso que nunca, pude bañarme y caminar mucho por el cayo,
lamentablemente no pude tomar fotos esa tarde porque dejé mi cámara del otro
lado.
Toda
la calma se desvaneció en la noche. Primero me di cuenta de que mi nota no
había sido publicada ese día, así que comencé a pensar en cómo actualizarla
para que ningún dato perdiera vigencia y añadirle nueva información de la
reunión de esa noche. Luego alguien se me acercó para decirme varias cosas que
no le habían gustado de mi trabajo ese día, tenía razón por una parte, pero se
me hizo muy incómodo el tono y la forma en la que me dijo algunas frases. Al
finalizar la reunión de ese día me acerqué nuevamente a las autoridades para
pedirles declaraciones sobre las inspecciones que habían realizado en la isla
La Orchila, la respuesta fue un no rotundo.
Al
salir de la reunión uno de los funcionarios de PDVSA se me acercó a preguntarme
de qué había conversado esa tarde con Valentina Quintero. El funcionario fue
muy educado y nunca trató de intimidarme, le respondí con tranquilidad y terminamos
conversando normalmente, aunque fue imposible no inquietarme un poco por el
asunto. Esa noche me fui a dormir con algo de estrés, decepcionado de muchas
cosas y con ganas de irme a mi casa.
Pero
llegó un nuevo día cargado de nuevos ánimos, esa mañana no salimos con ninguno
de los grupos que estaban haciendo recorridos por el archipiélago, nos quedamos
en Gran Roque y yo me fui a buscar al equipo que ese día haría análisis sobre
la calidad del agua, una de las grandes preocupaciones de los roqueños. Tardaron
mucho en poder iniciar los estudios porque un aparato no funcionaba como debía,
así que en esa espera me dio tiempo de recorrer Gran Roque para hacer varias
fotos y descansar un rato bajo la sombra de una mata frente a la playa.
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El mar te pica el ojo en Gran Roque |
Este
pueblo me enganchó con sus calles pequeñas y casitas coloridas, me parecía fantástico que
casi siempre, desde muchas esquinas, se podía ver hacia el mar, lleno distintos
tonos de vivo azul. Sentir que estaba viviendo en medio del Caribe era lo
máximo, porque ser caribeño es lo máximo. Además la tranquilidad no tiene precio,
recuerdo haber caminado a cualquier hora de la noche solo por las calles de
Gran Roque en total seguridad.
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Los comercios de Gran Roque frente al mar |
Esa
tarde me di cuenta de que mi nota para el periódico había sido publicada, el
titular era mi primer y más importante tubazo como periodista,
estaba anunciando la reunión que tendrían las autoridades de Venezuela y
Trinidad para tratar los acuerdos entre ambos países por el derrame petrolero.
Estaba muy nervioso por publicar esa información, porque el hermetismo era
total y las autoridades no querían que se supieran muchos detalles, pero tenía
en mis manos lo más importante: la grabación con declaraciones del viceministro
donde anunciaba la reunión, aunque se suspendiera el encuentro, tenía la prueba
de que no estaba inventando. De todas maneras sudé frío hasta que supe que
efectivamente esa reunión sí se había llevado a cabo, pero igual: en total
hermetismo. Pueden leer la nota aquí.
Luego
almorzamos por primera vez en Bora La Mar, un restaurante frente a la playa,
donde se come muy sabroso bajo la amabilidad de Marta, su propietaria, que es
una señora encantadora.
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El paisaje desde Bora |
En la noche volvimos a la reunión, creo que fue la más
corta y tranquila de todas, al finalizar fui de nuevo a buscar declaraciones de
las autoridades, que nuevamente me fueron negadas.
Uno
de los funcionarios se refirió en muy malos términos sobre el medio para el que
estaba reportando, luego me dijo: “tú no, se nota que eres un muchacho bueno y
quieres ayudar”. ¿Se supone que debía agradecer eso? A quien sí pude
entrevistar esa noche fue a Adriana Humanes, una brillante especialista en
biología marina, que me dio unas excelentes declaraciones que usaría en un
trabajo especial que publiqué varios
días después.
Al
día siguiente nos unimos al equipo que estaba realizando jornadas de limpieza
en Sebastopol, una playa protegida a la que no asisten turistas, pero la marea
se había encargado de llenarla de muchísima basura. Sebastopol está hacia el
sur del archipiélago, así que navegamos un rato bastante largo para llegar, el
paisaje era la mejor parte de todo. Lo cómico fue que salimos en una lancha
viaja y gigantesca, bastante incómoda, yo me di muchos golpes con cada brinco
de las olas y al llegar me dio mucha risa darme cuenta de que la lancha se
llamaba “Chávez vive”.
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Navegando hacia Sebastopol |
Sebastopol
es un espectáculo de playa desde donde se le mire, es muy amplia, poco profunda
y maravillosamente azul. Lamentablemente estaba atiborrada de basura. Desde
días anteriores había iniciado la limpieza, nosotros seguimos recolectando
cualquier cantidad de desechos y se perdían de vista las bolsas de basura que
se extendían por la playa. Las autoridades asumieron la responsabilidad de
retirar los desechos, ojalá hayan cumplido.
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La limpieza en Sebastopol |
Sebastopol
tiene una extensa zona muy impresionante donde el agua no supera la altura de
las rodillas, caminamos muchísimo y el paisaje era un relax total. Por un rato me
llené de mucha impotencia al encontrar muchas manchas pequeñas de petróleo,
terminé con las manos y la ropa manchadas por ponerme a recolectar la mayor
cantidad que pude de hidrocarburo. Me molestó mucho pensar en los errores que
permitieron que el petróleo llegara a un lugar tan bonito y frágil.
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La magia de Sebastopol |
El
regreso a Gran Roque fue muy divertido, en una lancha cómoda y moderna, íbamos
escuchando música y empapados por el agua de las olas que nos bañaban. Luego
fuimos a bañarnos y a prepararnos para el acostumbrado encuentro en la escuela.
La
reunión de esa noche fue el propio show de Radio Rochela, un señor pasado de
tragos pidió la palabra y dijo tantas locuras que desató la rabia de uno de los
funcionarios, recuerdo que nos reímos mucho de eso. Al finalizar me acerqué a
un posadero para decirle que quería ir a tomar unas fotos en su posada, pero se
negó de forma muy grosera porque no le había gustado la nota que yo había
escrito, me dijo con tono extranjero que yo no lo había entrevistado a él y que
el contenido le parecía “muy suave”.
Al
día siguiente no logré unirme a un equipo de voluntarios para acompañarlos en
su recorrido, así que me quedé de nuevo en Gran Roque, tomé fotos en una posada
increíble y por fin pude reunirme con Drai Cabello, presidente de la Asociación
Civil para la Conservación de la Biodiversidad Venezolana (Conbive), habíamos
estado tan ocupados toda la semana que casi no habíamos podido conversar, antes
de saber que íbamos a coincidir en Los Roques habíamos hablado por correo
electrónico sobre el derrame, pero fue ese día que pude entrevistarlo y
acompañarlo a dictar las charlas ambientales a los estudiantes de bachillerato.
Ese día me pasó una de las mejores cosas de este viaje: Drai me propuso que formara
parte del equipo de Conbive. Y claro que acepté.
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Drai conversando con estudiantes sobre el derrame |
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Esta foto la tomé esa tarde y me gustó mucho |
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La restauración del faro |
Esa
noche no había reunión en la escuela, se realizaría una asamblea pública en la
plaza para que las autoridades informaran a los roqueños los resultados de los
análisis físico-químicos de la sustancia derramada que fue a dar al
archipiélago. La gran preocupación de todos era saber si era un riesgo para la
salud consumir pescado y otros productos del mar. Esa noche era la prueba final
para todos.
La
asamblea fue un poco más de lo mismo, recuerdo sentir que me estaban hablando
en chino cuando presentaron las características químicas del hidrocarburo que
se derramó en Trinidad, de nuevo tuve que hacer un gran esfuerzo para ordenar
la información y poder comunicarla decentemente. Al final no hubo claridad
sobre el riesgo de contaminación en los alimentos del mar, hubo confusión,
reclamos públicos y ánimos caldeados. En medio de la asamblea le pedí a una de
las especialistas ambientales que me diera declaraciones sobre el informe
presentado por las autoridades, recuerdo que aceptó solo con algunas
condiciones porque el tema le parecía muy delicado y no quería meterse en
problemas. La verdad es que yo tampoco.
Al
final me dio risa cómo me tocó armar esa nota, como si se tratara de algo clandestino.
Fue de nuevo un corre-corre para redactar todo desde mi celular, recuerdo que
no me gustó mucho esa nota, tenía detalles de redacción que en otras
circunstancias hubiese cuidado más. Pero me sentí complacido porque cumplí con
la tarea que yo mismo me había asignado: informar. Esa reseña la pueden leer aquí
Finalmente
llegó el viernes, el día que me iba del archipiélago, no sin antes aceptar la
invitación del equipo de Los Roques a la Carta para ir a conocer Madrisquí. Esa
fue la mejor recompensa, todos los malos ratos quedaron a un lado ante la
magnitud de la perfección caribeña de esta playa.
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Oh, sí, Madrisquí es el cielo |
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Felicidad total en Madrisquí |
Desde
Madrisquí se puede pasar caminando a Cayo Pirata por un istmo chiquitico de
arena, así que fui a ver las casas de los pescadores que viven ahí, frente ese
mar tan bonito. Quería Conocer a Patricia, una artista que pinta sobre tablitas
los azules roqueños, pero no estaba en su casa.
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El paso a Cayo Pirata |
Tocó
despedirse de aquel paraíso para volver a Gran Roque corriendo a darnos un baño
y regresar a tierra firme en uno de los vuelos chárter de Los Roques a la
Carta, admito que es una de las experiencias más VIP que he tenido, y el piloto
se lució desde el despegue hasta el aterrizaje.
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El vuelo chárter de Los Roques a la Carta |
Evidentemente
quedé enamorado de Los Roques, con ganas de volver en una visita más tranquila, sin tanta
corredera y con más espíritu viajero. Igual agradezco este viaje que me dejó
mucha experiencia y aprendizajes.
POSDATA
Después de llegar publiqué este trabajo especial sobre el derrame de
petróleo Leer aquí
Y luego escribí esto sobre Gran Roque para la Guía Turística del
diario. Leer aquí
Si quieren planificar
un viaje al archipiélago y vivir la experiencia de un vuelo chárter, les
recomiendo que lo hagan con @losroquesalacarta. losroquesalacarta@hotmail.com.
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